lunes, 4 de junio de 2007

Aquiles Acevedo


Hace poco ingresé a un local que comercializa artículos ortopédicos, a pesar de mi exacerbada fobia a este tipo de lugares. Respiré hondo y me armé de valor. El motivo se debe a que mis zapatillas favoritas poseen una suela tan delgada como un calcetín, por lo tanto mis talones comenzaban a llorar cada vez que hacía uso de ellas.
Amablemente una señora me atendió de manera hospitalaria, facilitándome así el accesorio que tanto requería. Suena el teléfono. Ella contesta. Y con una dulce voz pronuncia “aló, Casa del Enfermo”.
Mi rostro se paralizó instantáneamente al enterarme de mi condición (aparentemente) desconocida de mi persona.
Prefiero que me llamen “niño especial”.
Por favor.

2 comentarios:

castigo dijo...

hay que tener cuidado con ese tipo de situaciones, una vez yo llegue a la casa del culiao y se sacaron la chucha...

Pauly Viera dijo...

jajajjaa pobre acevediño para que veas que no siempre es bueno por que sea caro :P jjiji, y quisas el nombre del local era ese, distraido, un besote cuidate mucho, saludines a la dani que se recupere pronto y su hno tb chaulines